miércoles, 20 de marzo de 2013

Poesía completa, Emily Dickinson



Poesía completa, Emily Dickinson


Trad. Enrique Goicolea. Amargord Ediciones, , 2013. pp. €



Por Estelle Talavera Baudet


Hay joyas que pasan sin pena ni gloria, pero las hay que, tal vez por alineación planetaria, empiezan a surgir en las tertulias, a circular por las manos, a despertar de nuevo en las memorias y resucitar de las viejas librerías. Entonces se deleita uno descifrando sus poemas, transitando por esa profundidad tan personal y arrolladora. Fue así antaño; así ha resurgido hoy día. Y así será dentro de muchos años, porque hay piezas creadas por el ser humano que parecen no ser de este planeta.

Dickinson logra diseñar una foto palpable de su particular forma de mirar en la mente del lector. Ese olor a fotografía, a baño de luz, a tristeza y a exaltación, a desnudez de cuerpo y alma sin escalas de por medio. Idas y vueltas, subidas y bajadas, el ser humano con su cambiante forma, su incongruencia y sus destellos de ingenua esperanza. Esa es Emily.

Amargord Ediciones acaba de sacar del horno una receta perfecta, una delicatessen: las obras completas de la poeta Emily Dickinson: 20.000 versos, 1.789 poemas, un volúmen de más de 1.000 páginas.

El artífice de esta primera obra completa en castellano es Enrique Goicolea, antologuista y traductor de esta obra. Se documentó y consultó para ello diccionarios de inglés americano del siglo XIX, bancos de universidades americanas… No dejó títere con cabeza y, tras más de diez años de trabajo, ha logrado dar un considerable impulso al conocimiento de esta extraña joya literaria. En palabras suyas: «Whitman muestra el mundo por la mañana y Emily Dickinson por la tarde».

Lirismo, introspección, el alma que se alza o se estrella acompañado de la naturaleza, proyectándose en ella hasta la esencia misma, renaciendo en el inicio de las estaciones, alimentándose de ese aire que anticipa la primavera o la nieve o todo a la vez. Su universo es tan absolutamente original, tan suyo, que es imposible no leer sin reblandecerse, sin perderse dentro de sus bosques, sus cumbres, sus flores y abejas.

El Destino es la Casa sin Puerta
a la que se entra desde el Sol;
luego, se empuja lejos la Escalera,
porque es imposible la Evasión.
Es variado, según el Sueño
de lo que hacen en el exterior
-donde las Ardillas juegan, las Bayas se colorean,
y los Abetos se inclinan ante Dios-.
«Los misterios que encierra su poesía son los misterios de la vida misma: el sentido de la existencia, las posibilidades del arte, la necesidad de amar, la belleza y la complejidad que percibimos en el mundo que nos rodea». Enrique Goicolea.

Señores, disfruten del milagro.