jueves, 13 de octubre de 2011

Plataforma 21 reseña Ciudad de elefantes


CIUDAD DE ELEFANTES

Estelle Talavera Baudet

Ediciones Amagord, 2011


Texto: Ángel Muñoz (PLATAFORMA 21)


No solamente los amantes de la poesía, sino cualquiera que tenga un alma sensible, debería estar agradecido a Estelle por regalarnos esos rayos de sol entre la bruma que son sus versos. En este segundo título de la autora, nos encontramos con el mismo estilo que en el ya reseñado 27 Paraguas, el canto luminoso y certero a lo cotidiano; en esta ocasión si cabe más focalizada en el amor y desde el amor, en todas las vivencias y consecuencias que lo rodean; y en las sensaciones puras y duras, en los estados del alma. Pocas veces se podrá sentir reflejada en un poema la desazón que a todos nos ha agarrado alguna vez de vértigo ante la desolación de un paraje sin nombre como en “Podría Ser Cualquiera”; o la paz interior y el sosiego de una noche vacía y fresca en “Todo Bien”. La desesperanza de días monótonos de lluvia atrapados en el sofá de una relación agostada: “Adivino tus destiempos / rebobinando tus proyectos de maleta que no cierra porque / lleva demasiados trastos”. Deslumbrante. Y uno de los versos que se me ha quedado dentro, en “Otoño”: “hoy no sé hacer otra cosa / que pillarme los dedos en tus puertas”. Es magnífico, tan simple, tan redondo y tan certero. Estelle es una francotiradora de la belleza, dando siempre con la palabra exacta. La sensación de amanecer tras una noche agridulce, de feria, de limbo emocional, de estar en tierra de nadie, en territorio del sol, en tierra de lunas, “Otra noche de feria entre dos callejones sin salida”. ¿Y nunca os habéis sentido solos entre la multitud? Tan solos que ni siquiera os encontráis a vosotros mismos: “Sola / Elefante en tierra / entre inmensos edificios. / Calle abajo / respirando el oxígeno de las farolas.” Maravilloso cierre de este Ciudad de Elefantes, el poema homónimo.


Prologado por Luis Alberto de Cuenca e ilustrado fantásticamente por Cristina de Cos – Estrada, en 64 páginas, Estelle nos entrega veintiséis ráfagas de sentimientos desnudos, de flashazos directos al alma que nos harán aflorar una sonrisa melancólica pensando cuán adentro nos ha tocado su dedo.

1 comentario:

Emilio Porta dijo...

El arte de las palabras contiene diseño. Por eso se producen imágenes permanentes o efímeras en algunos poemas, relatos, en las composiciones del lenguaje. Pienso que sabes como pintar con ellas. Como darle al contenido la forma precisa para hacer que los elefantes vuelen y las farolas respiren. La luz del lenguaje que transporta una mirada, ligera y profunda a la vez. No es fácil hacer que la vida fluya y convertirla en Literatura. Para que lo real parezca irreal, sostenido por la imaginación y el oficio. De escritora, de magnífica poeta.