jueves, 30 de octubre de 2008

Hombre no acuático


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Es alentador tenerte,
ver tus dos manos al timón
prendiendo el lazo complicado
que ata, ancla,
el barco al cielo
en plena tormenta de aleteos.

Es alentador conservar la calma,
tener branquias cuando sumerges
nuestra historia bajo el agua.

Espera, apagaré la luz.
Suena música cada vez
más cerca.

Logro respirarte, a ti y a tus ojos
de aguas picadas.

El mar rompe a los pies de la cama;
un pez cogió mis gafas.
Tal vez no veía bien...
qué alentador que vea,
que no tropiece en tus zapatos,
que sepa
esquivar las puertas semiabiertas
de esta casa.

Te duchas en pleno pasillo
bajo estas aguas tibias.
Yo tengo tiempo de verte,
de querer tus caderas,
tu sexo,
de aplaudir las aguas,
las versiones apagadas de
las notas en este último revuelo.

Todo es querer. Y yo quiero.
Hoy, lo he logrado, soy pez de agua dulce
que sala las comidas insípidas
al lado
de tus aletas de hombre disfrazado.

Te imploro traerte aquí la superficie.

Perdí el trabajo no acuático,
el calor de las aceras,
el teléfono que flota,
su cable enrollado,
extenso.

Tu resoplido resultó ser una
gran burbuja saliendo de tu boca.

Estás gracioso, aquí abajo, conmigo,
hombre no acuático.
Estás gracioso fuera de contexto,
junto a mis escamas.

No has perdido tu seriedad conmigo,
pero sí el sonido de tus pasos
y el rozar de la sábana
en un mal sueño.

Estás gracioso,
hombre fuera de tierra.

Tus ojos buscan ventanas
en esta pecera llena de distracciones.

Mira qué piruetas hago,
qué serenidad de calma acolchada.
de usurpador de pesadeces
y tormentas de acero.

Aún no sabes respirar,
hombre no acuático,
bajo mis aguas.
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