viernes, 23 de diciembre de 2011

OXÍGENO EN LATA, Alberto García-Teresa

Oxígeno en lata

OXÍGENO EN LATA


Alberto García-Teresa


Editorial Baile del Sol


126 páginas


Por Estelle Talavera Baudet


Publicado en CULTURAMAS


A Alberto García-Teresa le falta el oxígeno en medio del latir absurdo de la sociedad de este siglo. Todas las incomodidades que no nos gusta airear, el trágico acostumbrarnos a un funcionamiento discorde y chirriante. Ahí se encuentra la voz de Alberto, alta y clara, para convertir de nuevo en inaudita una situación a la que nos habíamos hecho, bien que nos pese, por mirar a otro lado.


Álvaro Tejero Barrio, prologuista de esta recopilación, dice muy acertadamente: “Detenerse en silencio y pensar. Detenerse en silencio y hablar. Detenerse en silencio y amar. Detenerse en silencio es ya en sí mismo un acto subversivo. Detenerse en silencio es no producir y no consumir.” (…) “Es la perspectiva radical del mirar hasta el corazón de las cosas.” El mundo es ya un “horizonte desbrujulado.” (…) “Alberto nos convoca a la resistencia en plural.”


Sus versos interpretan dos papeles: los sutiles, vaporosos, cálidos; y los ácidos, cortantes, cuchillas disparadas al ego sin ninguna piedad.


Imágenes potentes, ideas redondas, pasos de gigante a partir de miguitas que seguimos completamente embobados. Milagroso.




BUSCAR poesía

entre los tubos de escape,

entre el bullicio de una avenida

o bajo el cemento de un parque,

hundiendo el latido como azada

en grumos de tierra seca

puede parecer un acto poético

de cartón-piedra.

Pero es posible; es necesario

como respiración en la tormenta.

Buscamos versos como comida entre la basura.

Cuando sólo se vislumbra el arco iris

en los charcos gastados de aceite,

cuando se vende oxígeno en lata

a diez euros el paquete,

¿dónde quedan la mujer y el hombre?

¿Cuándo desaparecieron y fueron reducidos

a consumidores, votantes, espectadores?

Perdidas las palabras, el presente

se deletrea en humo, cruces y ganancias.

Es un gran vacío envuelto en celofán

de felicidad producida en serie

que con un decálogo de insatisfacciones avanza.

Pero lo inútil aún es factible;

lo improductivo, lo irreductible a mercancía.

Sin embargo, hasta la disidencia

se mercadea como grifo.

La salida sólo es una puerta de entrada trasera;

la puerta de servicio.

Nacemos con un número y una esquela

y el dogma asimilado como víscera

de que no existe lo que no está en venta.

Ya no hay luz

en nuestras manos.

Sólo hallé

un interruptor a pilas

oxidado.


***


NOS reconocimos

por el trazado curvo

de nuestros destinos.

Pintábamos distintos idiomas.

Abrigábamos diferentes semillas.

Tú caminabas por cables eléctricos

y yo desdoblaba metódicamente esquinas.

Evitábamos certidumbres

con voluntad de huracanes.

Nos bebíamos a cada paso

todos los navegantes de las calles.

Éramos patinadores de niebla,

aguaceros de incógnitas.

Plegábamos las mareas

arrollando sin piedad las olas.

Nos creíamos poderosos

por permanecer tristemente solos,

abandonados, alimentados con soberbia

de desidia y aparente aplomo.

Pero nuestros días pasaron

como una pastilla efervescente:

burbujeante, espectacular,

aunque condenada a muerte.

Sin rumbo, no supimos que habíamos llegado.

Sin sueños, ignoramos de dónde zarpábamos.

Por evitar la esperanza,

carcomimos las cuadernas del barco.

Ahora nos reconocemos por nuestro vacío;

por la mirada hueca

y ese aliento a desengaño

que nos aterra de frío.


(Más poemas en Culturamas)

1 comentario:

patxi pérez dijo...

Un placer leerte y visitarte.saludos y feliz 2012.